Y tú, ¿Eres o pareces?

martes, 20 de diciembre de 2016

Incendios de nieve.

¿Serás capaz de odiarme? 

He decidido arriesgarme.
Ya no tengo miedo, ya no te tengo miedo, ya no me tengo miedo.
Quiero dejarme caer, cerrar los ojos y sentir, convencida, que tus brazos me agarrarán incluso antes de tiempo.

¿Seré capaz de no odiarme?

Dame un beso. Cállame. Dime "guapa", riéndote, como tú sabes, haciéndome sentir la chica más tonta del mundo por quererte con tanta facilidad.
No es mi culpa, es tuya por ser tú. Tal y como eres.

Lo sé, tú aún no lo sabes, pero eres una canción.

No serás capaz de entenderlo del todo.
Y por eso te siento tan fuerte.
Y yo. Y yo me siento irrompible.

¿Serás capaz de soportarme?

 

Copenhague.


"Dejarse llevar, suena demasiado bien"

A veces suena tan bien, y te lo tomas tan al pie de la letra que acabas siendo lo que jamás pensabas que podrías llegar a ser.
Al principio, joder, qué miedo da... Pero llega un momento en el que le das hasta las gracias al maldito grupo de Vetusta Morla por haber inventado una frase tan oportuna y convincente. Incluso puedes llegar a pensar que se te ha ido la cabeza, que, mientras dormías, un bichillo verde de ojos grandes y todo pupila negra ha introducido sus resbaladizos tentáculos en tus oídos y se ha atiborrado de tus antiguos pensamientos:

"Yo soy libre",
 "¿Para qué atarme a nadie?",
 "Jamás voy a meterle mano a nadie en la oscuridad de un cine",
 "¿Yo? ¿Dormir con alguien abrazado, dejar que me revuelva el pelo para levantarme al día siguiente como una prima segunda de Mérida? Ni de coña",
 "Que soy libre, que hago lo que quiero, con quien quiero, cuando quiero",
 "¿Decir chorradas románticas, hacer cosas por alguien solamente por verle feliz? Ni de coña. Me comería una babosa carnívora alemana antes que vomitar esas mierdas y quedarme en la boca el sabor a arcoiris, nubes de algodón y demás ingredientes que crearon las supernenas."

Ahora estoy buscando en google un buen criadero de babosas carnívoras... Creo que el de Frankfurt las alimentan bien, muy orgánico todo, tienen una buena vida...

Al menos sé que no estaba al cien por cien equivocada; sigo haciendo lo que quiero, con quien quiero, y cuando quiero... Solo que todo se ha reducido al 1317.



"Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar...
Todos duermen ya."

Del medievo.

Aprendí a mirar por mí, a ser egoísta, a cargar con mis decisiones... Aprendí a aceptar mis errores, a aguantar las lágrimas, a pretender ser fuerte ante cualquiera.

"Seré una guerrera.
Soy mi propia reina, construiré mi reino con mis propias manos, venceré a mis adversarios con cuchillos afilados: y más palabras."

Obcecada conmigo misma, con mi orgullo, con mi arrogancia, con mi valentía... Construí murallas. Levanté mi reino, rodeado de un gran foso para caimanes.

No me saltaré la parte en la que ensalzo el aguante de las piedras; el reino sobrevivió a guerras, y yo misma acabé con grandes guerreros sin a penas moverme del trono.


Pero llegó la magia.

Y venció.

Y descubrí que había otras formas de vencer.

Había ganado un fuerte aliado.

Mi reino sumaba un nuevo trono.


domingo, 4 de diciembre de 2016

Hablemos de mí.

Y me quedo en silencio durante largos instantes, y pienso:

"Cuanto admiro tu fortaleza, cuan fuerte eres, y cuan valiente. 
Eres capaz de todo; eres el tipo de superhéroe capaz de hacer de reír al propio mármol, 
eres el tipo de persona capaz de calmar las aguas más histéricas, 
el tipo de titiritero capaz de avivar un alma en estado de shock hipovolémico."

Y me armo de valor y vuelvo a desvalorizarme, me hago pequeñita frente a ti, en voz alta esta vez. Me enfrento a mis miedos de ese modo. Contigo aflora el valor; no voy a decepcionarte:

"Y yo me siento tan chiquitita frente a ti. 
Tan débil, tan frágil, tan... emocionalmente inestable.
Cuánto te admiro. 
Me da hasta vergüenza admitirlo."

Y tú hace rato que te has quedado dormido.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Errores sostenidos.

Qué rabia me da sentir tan profundo.
Qué rabia me da sentirme un estorbo, una molestia, un constante grano en el culo.
Qué idiota me siento cuando creo que puedo dar más de lo que te estoy dando, 
pero más idiota me siento cuando noto que te estoy dando más de lo que quieres que te de.

Ni tanta luz, ni tanta oscuridad.
No sé mantenerme en el medio de la báscula, no sé mantener el equilibrio y me desquicio.
Temo desquiciarte, y agotarlo, y desgastarlo todo.

Anulo mis sensaciones;
o las vacío, o dejo que florezcan.
Apago el interruptor y me convierto en nada.

Siempre empecé hablándote de mi caos, 
de mis cavilaciones nocturnas, de mis
batidos emocionales... 

Nada de "¡Sorpresa!".

Aquí me tienes. 
Soy una composición de errores sostenidos.

 

domingo, 20 de noviembre de 2016

Que comience el espectáculo.

No te veo, pero sí te siento. Siento el cobijo, el calor que me proporciona tu cuerpo, ardor que me regalas y compartes en pequeños hilillos que hacen que el escozor me haga reaccionar.

Me he movido, siquiera sé cuando, siquiera sé como, pero tu aliento en mi nuca delata mi patético intento de motín...

Estúpida amazona...
¿Qué te está pasando?
¿Cuándo has comenzado a ser su marioneta, cuándo empezaste a reaccionar a su antojo?


Ahora paso a ser yo.
Suspiro.
Mierda.
Mal. Joder.
No debes mostrar debilidad.
Cierra la boca, aprieta los labios, muérdetelos hasta que sangres si es necesario... Pero no dejes que sepa que estás totalmente a su merced.
Es la hora de actuar.

Te escurres, te deslizas como la gota de agua en un cristal.
Y al fin, a pedacitos y ligeramente aturdida, logras retirarte un poco...

Y eso le incita más. Eso le hostiga; se reta a sí mismo.
El efecto mariposa; inocua provocación que abre un nuevo punto y seguido.

"Tú puedes hacerla temblar". 

Comienza el espectáculo.
Te empuja, te toca, ha llegado a un punto fiero en el que ya te has cansado de fingir.

Y te lanzas al vacío.

Y te lanzas a sus brazos, despidiéndote con sonrisa bobalicona de tu propia fuerza de voluntad.

Antes del principio ya conocías el final.



Impulsos del corazón.

Maravilloso. Maravilloso sería no estar compuesta de terremotos,
de incendios forestales capaces de desequilibrar la vida de cualquiera.

Ahora sí, ahora no, no, no, ahora quizás...

¡Que no, que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo!

¡Que no tengo ni idea de donde va a desembocar mi vida siguiendo los pasos que llevo!

Me vuelvo loca cada vez que me paro a pensar, a recapacitar, y me equivico.
Me equivoco y pulso el botón de suprimir de mi cabeza..
A empezar de nuevo.
 
¡Y me lío, y te lío, y confundo a todo el mundo!

Basta ya de darle mil vueltas a todo.
Si confiase un poquito más en mi propio criterio y no tuviera miedo...

Muchas veces las cosas serían bastante más fáciles.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Éxtasis.

Despertarse en mitad de la noche porque me revuelves el pelo,
el leve apretón sobre el muslo mientras conduces,
el suave empujón reclamando atención cuando pasas cerca mía,
los continuos "ya paro de hacer el tonto"seguido de una tontería más tonta,
que te enfades por llamarte desastre.

La dureza en tus manos debido a tu concienzudo sacrificio,
acariciarlas bañada en sensación de orgullo.
Que se te escapen miles de apuntes y datos de entre los labios,
que me muestres y enseñes tus puntos de vista, y a ver el mundo entre llamas de fuego.
Comer plátano, seguido de manzana, seguido de lo que sea que no sea plátano.
Darme un beso.

Los sonidos ya para nada cohibidos cuando te estiras,
que no te importe saciar el frío de mis pies y manos buscando el calor de tu cuerpo
(aunque eso implique congelarte, y encogerte, e incordiarte... un poquito).

¡Que te metas con mis ojos, que me llames niña pequeña,
 que me mandes al sofá a dormir o que hagas tartas de colacao!

Hundir mis dedos en tu pelo,
el sonido de hechizos, varitas y lechuzas en la hora de la siesta,
tu cara de tonto al rascarte la barba,
tus mordiscos furtivos,
tus besos en mi hombro mientras cocino uno de mis horripilantes inventos caseros.

Lo que cada día pretendo demostrarte un poco más,
lo que cada día se me escapa solo,
y lo que ya no tengo miedo a darte de mí.

Éxtasis.
¡Vete a la playa!


lunes, 14 de noviembre de 2016

Es todo lo que escupo esta noche.

No es el momento de reflexionar.

Recapitular cada instante, sentir que la propia confusión abre betas que no debe abrir.
Abre dudas que no debe imponer... Dudas sobre algo que siquiera existe.

Siempre se trata sobre mí. Egoísta. Ególatra. Narcisista.
Siempre sobre mí y lo mal que lo he hecho, estoy haciendo, haré.
Siempre sobre dudar de mis capacidades, dudar si estoy dando lo que estoy recibiendo
(o un poquito más, siempre...)

Todo funciona demasiado bien y eso me asusta...
Supongo que estoy esperando el momento de declive, que estoy preparándome para que la caída no duela tanto después...

Estoy jodida.
Ya sé que va a doler.
Y mucho.
Y me aterra.


viernes, 4 de noviembre de 2016

"Podría escribir tres libros completos describiendo todo lo que siento ahora mismo."

Quien avisa no es traidor.

El subconsciente acabó por expandirse a un nivel desorbitado, a un nivel en el que un cúmulo de pensamientos se convertían en la perfecta mezcla homogénea de adrenalina, sentimientos y traición.

Adrenalina después de la gran explosión; el gran Big Bang interno que se había recreado en la sangre, en el mismísimo músculo bombeante que manejaba el funcionamiento del órgano más importante del cuerpo... Aquel que acumulaba todo en la caja que recibía el retumbar de lo que, mediante las trompas de Eustaquio, llegaba a la cabeza.

La primera bomba atómica cayó en el corazón.

La segunda tardaba en llegar un poco más a la zona de la razón... Podría llamarse "el eco" de la gran explosión. Eran migas que aún no tenían forma completa, pero que poco a poco iban concretándose.
Era lo que daba fruto tras aquel apelmazamiento de torrentes sanguíneos que continuaban mezclándose con la adrenalina; que luchaba por transformarse en una respuesta al filo de la boca, en la punta de la lengua.

Sentimientos.

Los resultados de la guerra fueron devastadores; lágrimas, gemidos, sollozos de dolor, de placer, convicción, derrota, debilidad, palabras, caricias, banderas blancas, declaraciones...

Como detonante un simple "te quiero" correspondido.


lunes, 24 de octubre de 2016

Empieza a quererte.

Cuanto cuesta quererse a uno mismo.
Complicado de entender;
ser capaz de ver lo bello en el extraordinario caos,
excepto en el que te da forma a ti misma.


Qué complicado es aceptar un cumplido.
La costumbre de despreciar de lo que estás compuesto,
asimilando de ese modo que si tú no puedes aprobarte,
nadie podrá encontrar belleza en tus peculiaridades.


Desesperar a quien le gusta de ti aquello que tú llamas "defecto",
volverle loco al negarte ante un cumplido,
despertar su instinto asesino al cubrir partes de ti que no te gustan.


No poder creer que alguien pueda hacerte sentir tan bien;
con apuntes fugitivos en un momento de éxtasis,
con suspiros mañaneros sumidos en la más profunda calma;

empieza a quererte; yo voy a ayudarte.

 

lunes, 10 de octubre de 2016

Miedo.

El aleteo de una hermosa pero delicada mariposa. 
El "pero" siempre después de lo positivo, dejando claro que nunca podrá faltar la heridita que escueza.

Será que no estoy acostumbrada y no comprendo como estoy teniendo tanta suerte esta vez. Será que tengo miedo a volver a meter los pies en el fango y salir con éste cubriéndome hasta las orejas... O puede ser que me sienta demasiado yo y sea eso lo que realmente me aterre...

Necesito una buena dosis de confianza en mí misma. 
En vena.

 Siempre supe que estas cosas acabarían pasándome factura... 
Y aquí estoy, abriendo la caja de dudas inexistentes, dudas que yo solita he creado por no ser valiente.

 Odio la sensación de ser tan gafe, tan pésima jugadora... Pensar que acabaré cayendo en el porcentaje casi imperceptible de "van a salir mal las cosas".
Y todo es mi culpa.

La misma historia una y otra vez... 
Me estanco cuando desconozco, cuando dudo, cuando no controlo la situación y me pierdo.
Y comparto mi inseguridad.
Y la cago. 
Otra vez. 
Y no quiero.

 Soy idiota. 
Una idiota incapaz de pensar que las cosas, por una vez, van a salir bien.
 Incapaz de pensar que al fin alguien ha decidido ofrecerme su mano sin esperar nada a cambio. Idiota por dudar. 
Idiota por querer ser un poco menos cobarde de una vez por todas y que me tiemble la voz al decir lo que pienso.


lunes, 3 de octubre de 2016

Antes de que cuente diez.

Hoy me he dado cuenta de cuantísimo pueden cambiar las cosas en diez minutos de tiempo.
Diez minutos que dan la vida, que resucitan si eres capaz de invertirlos bien.

En diez minutos puedes ver un capítulo de Hora de Aventuras, escribir tres o cuatro amigos, prepararte una rica ensalada (con o sin tomate...), tomar una ducha de agua caliente que ayuda a desestresarte, disfrutar de una prófuga compañía durante esos efímeros instantes, debatir sobre qué tipo de chocolate que hay en la nevera comer, sentarse en el sofá y exhalar aire, aprender algo nuevo...

Solo se necesita dar con el desencadenante que te haga abrir bien los ojos y te obligue a darte cuenta de que esos pequeños detalles son también verdaderamente importantes (los más importantes...) en nuestra, a veces, monótona y nociva vida.


sábado, 1 de octubre de 2016

"No leer."

Debo pedirte perdón por el desorden de mi vida, no tienes porqué soportar las mil millones de cavilaciones que aguantas por mi culpa, ni el piar de los otros tantos millones de pajaritos que rondan en mi cabeza.

Debo pedirte perdón por dejarme ser yo misma, por sentirte bien cuando hago el imbécil, cuando te ríes de mis bromas por muy pesadas que puedan ser.

Debo pedirte perdón por hacerte pasar vergüenza con mis monerías en mitad de la calle más transitada de Madrid, por pelearme con las líneas blancas de los pasos de cebra, por hablar como si no hubiera mañana mientras tú me miras con cara de "no te estoy escuchando pero me gusta mirarte, tu cara, cuando hablas de algo que te gusta".

Debo pedirte perdón por mis inseguridades, siempre latentes, presentes, en proceso de superación, pegadizas y traicioneras.

Debo pedirte perdón por esta mierda que estoy escribiendo, que es lo más cursi y empalagoso que han escrito mis dedos, por mi vergüenza al decir las cosas en alto, por mis medias tintas, por mis enigmas...

Puede que a mí también me guste la tuya. 


Lo que quieres y no quieres decir.

No sé cuantas veces me he sentido culpable, en silencio, de que pases tiempo conmigo. 
Y continúas. Tú tratas de convencerme de que la verdadera pérdida de tiempo es aquel que no pasamos juntos. 

Demasiados sentimentalismos para alguien como yo.

Las cosas se acumulan, palabras que frenan y se atrancan en la apertura de nuestra boca por miedo a una respuesta no deseada. 
¿Quién calla otorga?

No.
 
 Quien calla explota el día menos esperado y ahí es cuando descarrilará la escala de Richter.


martes, 13 de septiembre de 2016

¡Es el fin de esta farsa!

Debió suceder por querer plantar los pies en la Tierra por una vez en la vida.
Seguramente que ocurrió por la necesidad de, por esta vez (y aunque con pocos datos, los suficientes) querer darle otro sentido a aquel momento de trance.

Acostumbrada a que las victorias golpeén mi hombro al pasar por mi lado, a que las promesas se evaporen al compás del rocío de la mañana en un lugar repleto de altos picos y montañas, a que los buenos momentos se acaben por voltear, me miren de reojo y rían a carcajada limpia apuntándome con el dedo al avieso ritmo de "Jamás te podrás desenganchar de tu círculo vicioso, pues tú lo has creado"... Me felicito.

Porque está ocurriendo, me he dado cuenta de que puedo ser una mejor persona, y que incluso puede que me lo merezca. Puede ser que no todo lo malo deba llevar mi nombre siempre.
Puede que haya empezado a ver esa luz verde al final de la oscuridad del túnel de mi cabeza.



lunes, 25 de julio de 2016

La metamorfosis del vodka.

Tiempo convertido en el batir de las alas de un colibrí en su titánico momento de éxtasis y delirio.
Gestos lentos, caóticamente lascivos que ahuecaban cabezas repletas de rock and roll y otros bártulos.
Caricias furiosas, confusas y difusas, escondidas entre la duda de querer frenar y no tener capacidad ni voluntad propia para hacerlo, 

¿en qué nos transformamos?

Aprendizaje selecto, compartido con sonrisas y carcajadas vomitadas en recuerdos, acusaciones y consejos. Reiteradamente una nueva bocanada, un nuevo agarre en hierro ígneo; arde mi cuello, la piel, los huesos. 

Escarcha; algo indómito, incandescente, sin forzar, homogéneo.
El seísmo que marca, removiendo mares y océanos de lugares abandonados.

Y la voz a ti debida.


miércoles, 20 de julio de 2016

Universo indeleble.

Somos capaces de hacerlo todo por aquellas personas que amamos.
 Somos capaces de mover montañas, de saltar acantilados, de bañarnos en ácido... con tal de que esa persona que tanto queremos salga ilesa, o al menos, lo menos herida posible.

Las personas que nos quieren no nos abandonan, jamás. Siquiera la propia muerte es capaz de separar por completo la gran conexión ya creada. Deja de ser algo tangible, para ser algo cósmico.
La hilera de recuerdos, sentimientos, emociones, de cosas aprendidas... se mantiene latente siempre, en nuestro interior. No hay hueco para el olvido en nuestro cosmos compartido. 

Las personas que queremos no mueren, nunca. Se mantienen vivas en nuestras decisiones, en nuestro pasado, en nuestra personalidad... Dejan su legado, dejan sus pequeños pedazos en ti, en mí, en todos aquellos que les rodeaban. Sin darse cuenta habían pasado su vida repartiendo diminutas piezas de su propio "yo" a todos aquellos que habían dejado que se impregnasen con su esencia, a todos aquellos que habían manchado su corazón con una pizca de ellas. El puzzle encajaría.

El suicidio de los recuerdos solo se ancla a la piel de aquellos que no quieren avanzar.


lunes, 18 de julio de 2016

He decidido dejar de existir.

Accedes a abrir tus ojos, a observar, a escuchar y no a oír. Accedes a ir más allá de lo que te dan masticado, a agobiar a tu cabeza con numerosos pensamientos a los que antes jamás le habrías dado tantas vueltas. Qué agotamiento...

La sociedad moderna es un embebimiento de cabezas. Nos empeñamos en conseguir llegar a algún punto en nuestra vida para poder destacar y así escapar, con el objetivo de apreciar lo que dicen que es real.

Pero nada es real cuando todo está controlado. Nada es real cuando, por más que te empeñes, la cadena, domesticada, sumisa, te lleva al mismo punto del principio. Nada es real cuando la presión de las mentes sencillas, las que ya asimilan como algo natural la rutina, te animan a ser uno más de ellos. Y caes en el pozo sin fondo que tanto odiabas, te conviertes en el engranaje que tratabas de destruir, dejas por los suelos tu esfuerzo, tus principios, tu moralidad, y accedes a lo sencillo y cómodo.

¿Porqué conformarte con bronce, pudiendo presumir de diamantes?
¿Porqué dejar que te ordenen, cuando puedes manejar la vida de otros a tu antojo sabiendo que no podrán negarse?

La televisión, las corporaciones, las redes sociales, el consumismo... Todas ellas tienen un poder inaccesible para la gran parte de la sociedad, solo unos pocos, sin ningún tipo de escrúpulo y tapujo, son capaces de llevar el peso de este brutal totalitarismo tras su espalda... Y es que va comodado sobre cojín de plumas.

Y los indignados caemos en desgracia, desgarrando nuestra perspectiva, es cierto. Pero no todo es culpa de los grandes peces gordos, en absoluto... Las pequeñas mentes que forman la colmena, el gran porcentaje de la población que pena (muchos ya ciegos, otros que no quieren ver...) son la presión sobre la herida. Gente pixelada, que se niega a valorar su propia dignidad, que devora su integridad moral y empuja a que las pocas personas que quedan en la barricada se vean absorbidas por la humanidad como sistema sucio y pérfido.

"Me conformo con lo que tengo, aspiro a lo que creo que puedo aspirar, y disfruto en la ignorancia porque pensar por uno mismo es decepcionante, cansado y doloroso."

Así somos.
Recapacitemos.
O no...


domingo, 17 de julio de 2016

Inspiración insípida.

Qué miedo me tengo. 

De vez en cuando freno, me busco y no me encuentro. No reconozco a mi "yo" de hace unos minutos, o segundos, o días, o años... Y no siento tampoco que fuese otra persona distinta.

Qué miedo me tengo.

Confusión, tratando de aferrarme a algo que me mantenga firme y no me haga desaparecer. Tengo miedo a extirpar mi esencia. Ser yo misma el mortífero artefacto que acabe con mi propia racionalidad, tan poco equilibrada. No quiero arruinar mi vaga inmortalidad.

Qué miedo me tengo.

Empeñada en buscar la estabilidad sin orden, en el caos sin cortes, plantada en un vacío campo de batalla y echar de menos su inherente escena, sin censura

Qué miedo me tengo.

Ansiar la soledad pero no saber compartirla conmigo misma, querer la compañía pero no querer exponerme ante nada, y por supuesto, ante nadie.

Qué miedo me tengo.

No aceptar los extremos, pero no estar conforme con la pregunta sin respuesta verídica. Es todo más seguro, y más sencillo, si escuchamos lo que dice ser la verdad. Por dura que pueda ser, exacta es y no tiembla. 

Qué miedo me tengo.

Estar repleta de complejos. Físicos, mentales. Algo que jamás puedes compartir con nadie porque sabes que nunca van a comprenderlos realmente por tu manera de enfrentarte a ellos. La autoestima por los suelos, por muchos chistes que se hagan sobre tus poses delante del espejo. 

Qué miedo me tengo.

Por pensar demasiado, por adelantar el resultado de mis acciones. 
Soy una cobarde que finge ser valiente
Lo peor es que se vuelve empírico ante ojos de la gente. Se hace creíble y parece que lo soy.

Qué miedo me tengo.

Lo que yo misma he creado me destruye. Visto mi máscara, la jodida máscara que yo erigí. La puta máscara que me jode, me cohibe, me succiona, me absorbe, me presiona, me condiciona, desde hace tanto tiempo. Ridículo es que, siendo creadora yo de ella, sea yo misma quien pida que la arranquen. Sola no puedo. Y me avergüenza que esto se vea.
No quiero parecer débil.

Qué miedo me tengo, y qué miedo doy. 
La bestia sigue ganando terreno... implacable.



martes, 28 de junio de 2016

Meow.

Es completamente comprensible que no quieras hablarme de ti. Entiendo que no quieras exponerte, abrirte, mostrar lo que verdaderamente eres. Que no quieras rellenar huecos para dejar otros en blanco, destacarlos sin querer hacerlo, y que yo, curiosa, trate de tirar de la cuerda para indagar en ellos (prometo que no lo hago a propósito, se me da bien meterme en historias escabrosas y en problemas que pinchan).

Está bien.

Acepto que pienses que eres diferente, que vas contra la gente, que tienes problemas que prefieres evitar mencionar, que hay muchos campos que te da miedo o no te interesan machacar. Y que las cosas para ti son de otra forma, que funcionas si quieres funcionar, y que necesitas tu tiempo para poder respirar.

Pero comprende entonces, que la curiosidad mató al gato, y que nosotros, felinos, tenemos siete vidas que tenemos la necesidad de gastar.



En horarios de guerra.

La punta del iceberg asoma.
El chasquido, el "crack" del hielo desquebrajándose dentro de ti.
Un escalofrío placentero... lo han intentado.

Romperán barreras para llegar a acariciar tus monstruos con la punta de sus dedos,
derrocarán a tus guerreros de forma sádica, sanguinolenta, y seguirán luchando.
Avanzarán por ese turbulento camino con un único objetivo;
hacerse con tus debilidades, miedos, sueños y sentimientos intangibles.

(Qué manejable serías...)

Pero tú sabes, amazona,que siquiera tú eres capaz de llegar tan lejos.

Te alimentas de guerra, de caos, y de daño.
Y todo está en tu cabeza.


jueves, 23 de junio de 2016

Escueces.

Muerdes como los animalitos, quizás por eso me gustas enganchas tanto.
Es un mordisquito suave, un leve rozar de lengua y apretar de dientes, no mucho más que la picadura de un mosquito. Justo la intensidad necesaria para dejar marca.

Y joder, como escueces.
Lo dejas en el aire, lanzas la piedra y escondes la mano
 consciente de que he sido testigo de tu movimiento.
Me das en las narices;
 te ríes de mi frustración cuando confieso que odio las medias tintas,
 que me muestras sin pudor el grado de disfrute del que gozas una vez me retuerzo.

Me desespera verte sonreír de ese modo, como si fueses el rey de todos los reinos creados y por crear, como alguien inigualable, como alguien superior, con poder, con la manzana envenenada como as bajo la manga, como un jugador que conoce ya las reglas del juego y por lo tanto, juega con ventaja.


 Espero con ansia el jaque mate.


Decisión personal impuesta por uno mismo.

Escogió, finalmente se decantó por aquel globo rojo que tanto tiempo había querido sostener entre sus pequeños y cortos dedos repletos de heridas de tanto pelear. Había perdido la cuenta de las veces que se había encontrado mordisqueándose las uñas, había paladeado el sabor de la sangre entonces, y, agitando la cabeza y frunciendo el ceño, había dejado aquella mala costumbre que se convertía en una tortura física impuesta por sus nervios de acero. Ay, dios... Que lo iba a hacer...

Contigo o sin ti.

Estiró la mano aún con ese gesto de concentración en el rostro, con arrugas en la frente y los labios apretados, y agarró el hilo con toda la palma de la mano, con miedo de ahogarse en llanto ante la posibilidad de perder su ansiado tesoro.

Al fin era suyo... ¡No se lo podía creer!
¡Que lo era!

¿Cuánto tiempo le había llevado tenerlo?

¡Pues finalmente lo había conseguido!

Y había sido "sin ti".


Be quiet.

Hoy más que nunca he necesitado independencia.
He necesitado silencio,
un hueco sordo que rellenar conmigo misma,
aún con ese nudo en la garganta.

Me he necesitado a mí misma, en silencio.
He disfrutado de ese instante en el que sabía que nada iba a pasar,
ese instante sin altas expectativas,
un momento pacífico que he hinchado con pensamientos y cavilaciones,
sensaciones que provocan a veces hormigueos en el estómago,
a veces arcadas en la boca de éste.

No he huido, me he alejado.
Aún no reconozco la sensación como buena o mala.

Dependencia personal. 
Compromiso emocional.


jueves, 16 de junio de 2016

Sopa de letras.

Desnúdate, pero hazlo ante mí. Hazlo lento, pausado, déjame paladearlo. Déjame que disfrute viendo tu ropa caer, déjame ver como acaricia tu piel, como se erizan tus pezones. Deja que pestañee y contemple como la piel se te ha puesto de gallina, como has juntado las piernas y te has frotado los tobillos cohibida. Deja que disfrute del pequeño instante en el que has levantado la cabeza, has alzado la vista, entre tus largas pestañas, y te has atrevido a mirarme. Rubor. Rubor en tus mejillas, humedad entre tus piernas, calor saliendo de tus poros...

Comienzas a hacerlo. Dejas que tu cuerpo descanse, receptivo, sobre el sillón ocre que tanto odiamos. Tus gestos han mutado, han dejado atrás el camino tranquilo cuando se han percatado de mi ostensible excitación. He suspirado y siquiera recuerdo como se respira, todo es mecánico, como ahora tus dedos hundiéndose bajo tu ropa interior verde.

Estoy cerca de ti. Cierras los ojos. Te toco. Te tocas. Hundo mis dedos en ti, queriendo formar parte del elenco de tu cast privado.

Cuando todo termina, entre gemidos y vigorosos espasmos, cierro la tapa de tu cabeza y finalmente dejo que tu cerebro descanse. Ha estado demasiado tiempo expuesto.

Ya era hora. Necesitabas exprimirte, y tú siempre me dices que tengo dedos expertos.

"Tus dedos son expertos. Tus dedos son tuyos." 
 
Yo también lo he disfrutado.

"Ha sido la mejor sopa de letras de mi vida."



Amor y Miedo.

Separar la vida en dos categorías. Separarlas en dos mínimos exponentes y atrevernos a cuadrarlas con el único objetivo de hacernos todo más fácil. Lograr imponer cada situación, cada movimiento, cada decisión, cada momento de nuestra vida en dos únicos vértices opuestos.

Miedo y Amor.
Amor y Miedo.

¿Has ayudado a un ciego guiado por un labrador (que nada en estrógenos) a cruzar la carretera? ¡Eso es Amor!
¿Te has encontrado una cartera en mitad de la calle y has decidido quedarte con el dinero? Tienes Miedo.

Todo lo que nos rodea se sitúan en un extremo u otro, todo lo que escogemos es Miedo o Amor.

O... ¿o no?

Es sencillo clasificarlo todo desde un punto moral. Es sencillo separar lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, a ojos de la gente, a ojos del mundo. Es muy fácil saber que es lo políticamente correcto, pero... ¿Se puede realmente clasificarlo todo en estos dos extremos?

Se puede, pero supondría traicionarnos a nosotros mismos.

Sencillo, no cierto. Es imposible ignorar nuestros deseos más profundos, es imposible dejar a un lado nuestra opinión y amoldarla para que no tenga pros o contras. Es imposible ignorar el gris por querer encajar la pieza en el blanco o el negro.
Nada es tan sencillo, y mucho menos los sentimientos. Y mucho menos los sentimientos de uno mismo, lo más profundo que descansa en nuestro interior.


Tiempo al tiempo.

Notaba, decidida a vivir, como los recuerdos se iban desvaneciendo. Se miraba al espejo con aún el cabello enmarañado de haberse dado una buena panzada a dormir y, resignada, suspiraba.

Confundía lo que era y había sido, la duda se mantenía en la mueca de sus labios, torcidos, dispuestos a empuñar una respuesta de doble filo que se negaba a escuchar de ninguna de las maneras.

"¿Dónde te has metido?" 

Se repetía una y otra vez con la mirada.
Buscaba dentro de sus grandes ojos, hundía las extremidades dentro de ellos, agarrándose de la pupila para empujarse con más fuerza, metiendo la cabeza entera en su interior para así buscar el eco del recuerdo.

"¿Acaso sigues ahí?" 

Volvía a preguntarse nuestra protagonista, adquiriendo la misma respuesta de siempre: silencio.

Cogía sus medicinas, se encogía de hombros, y se marchaba.
Al fin y al cabo, la respuesta, si es que existía, no se marcharía a ninguna parte.


domingo, 1 de mayo de 2016

Desnudo emocional.

Estoy harta de escribir por y para el amor,
estoy cansada de dramas que acaban,
ya sea bien, o mal, pero acaban.

Hoy quiero hablar de los besos,
quiero hablar de las miradas,
de las sonrisas, de las caricias,
del temblor de tu cuerpo ante mi risa.

Quiero hablar de tu saliva,
de tu lascivia, de tu quejido lastimero,
 en agonía, por no ceder a tus deseos.

Alejaré todos aquellos temas serios
de amor, romántico, dramático, obseso.
Paladearé el disfrute de algo que ocurre sin preeverlo.

Tu mano, ardiente, en mi piel, como el hielo,
tu tacto, rugoso, sobre mis gemelos,
tus dientes, torcidos, rasgando mis senos,
tus dedos, expertos, presionando mi cuello,
tu aroma, mi risa, olvidar nuestros miedos.

Hoy voy a disfrutar tu desnudo emocional.


lunes, 25 de abril de 2016

"Déjame ser."

Echarla de menos se había convertido en rutina. 
Como cada día durante hacia ya mucho tiempo, había acudido en busca de todo aquello que la había aportado durante tantos largos años, como una costumbre, como algo tan habitual como lo era respirar. 

Aleteaba sus fosas nasales en busca del rastro de su somnoliento perfume, droga que un adicto habría catalogado como algo más que dura... Buscaba el placentero sonido que le había proporcionado cada guiño y cada destello de luz se había convertido en el bombear de dos corazones unidos, permitiendo así mantener latente aquella unión homogenea para ambos implicados. 

El pequeño príncipe fue el herido con punta de plata, el que sufrió el impacto y sintió el ardor en su pecho cuando, como si de una flor se tratase se tratase su tierno corazón, sintió como lo retiraban, arrancando raíces, de cuajo. Mas la afable estrella fue quien tuvo que tomar la decisión más dura; permitir ser ella misma quien dañase a su estimado príncipe. Sabía cuando daño iba a provocarle, mas, sabía cuan daño le estaba haciendo ante aquella sensación de dependencia y costumbre que habían creado desde ambas orillas. Era algo nocivo y egoísta. Algo insano e innecesario.

Llegó el momento pues, una vez lo supo de verdad, que la dulce estrella tomó su decisión y se armó de valor; era hora de partir. Y es que ellos ya no se querían, ya no se necesitaban, se habían acostumbrado a vivir en compañía y aquello les estaba consumiendo cada vez más, transformándoles en algo que realmente no eran... Era cierto también que la brillante estrella apreciaba demasiado su esencia.

Pero el tiempo pasó, y fue entonces cuando ambos se dieron cuenta de que no era necesario fundir dos corazones para poder perdurar, que otras cosas buenas sucederían (y sucedieron) con el paso del tiempo, sin tener la necesidad de sustituir las anteriores (pues borrar recuerdos, por muy dolorosos que puedan parecer en ese momento, es el mayor sinsentido del hombre), y que lo verdaderamente importante era únicamente confiar en uno mismo para poder evolucionar.

 Aún así, alguna noche de verano volverían a verse.


sábado, 23 de abril de 2016

Amnesia de reconocimiento.

Hacía mucho tiempo que sabía que iba a morir.
Parecía una enorme tontería replantearse algo así en la primera etapa de su vida, ¿juventud? El mismo día que nació, el mismo momento en el que cogió la primera bocanada de aire puro, con restos de saco amniótico en su boca torcida, ya sabía que iba a morir.

A nadie le dio tiempo a explicarle lo que supondría el desaparecer por completo, convertirse en nada, en ceniza, en polvo y finalmente en un recuerdo (y esto si tenía suerte y lo hacía bien). A nadie le dio tiempo a explicarle lo que suponía la muerte, lo que conllevaba el enfrentarse a una pérdida. Nuestro protagonista ya conocía la sensación de lo que derivaba "darle un toque a la muerte" antes de que su primera mascota, un conejillo de indias llamado Roy, hubiese estirado la pata ante sus propios ojos. Incluso ya conocía la muerte antes de haber sido capaz de entender (o aceptar) los medios de comunicación, infestados de deplorables noticias (y las faltantes; solo lo que nos querían mostrar).

El hombrecillo asimilaba que igual que había nacido, igual que había sido creado, un día moriría.
Y no le daba miedo.

A lo largo de los años aquello le permitió aferrarse al presente, olvidarse del pasado y siquiera asomar la punta de su nariz en el párrafo de su futuro. Durante muchos años el hombrecillo aprendió a masticar y paladear las épocas, a no vomitar malos tragos, a no encapricharse de momentos que aún no había vivido.

Y así vivió muchos años, consciente de que algún día moriría, consciente de que algún día todo acabaría... Y solo aquello le permitía seguir viviendo.

Más dismorfofobia aguda para todos.



miércoles, 20 de abril de 2016

La amazona, la guerrera y la nebulosa.

Y ella continuó mareando la cucharilla en el café, creando una nueva nebulosa similar al gran desorden que recogía su caótica cabeza. Estaba tan sumamente absorta en sus seres espaciales que no se percató de aquella nueva presencia hasta que el azucarado perfume pellizcó su pequeña y achatada nariz. Todo gracias al bamboleo de su falda de estampados obscenos, rojos y florales, repletos de enredaderas verdosas. Enredaderas como el filo de la maraña de pelo que a penas rozaba sus hombros, escueta, inamovible como la propia fe de un párroco ante su charla matinal de domingo. Castaña. Castaña, como castaño era aquel vórtice que finalmente hizo detener tan atento análisis: sus ojos.

Cabeceaban, en un vaivén casi imperceptible. Temblaba su iris, enajenado por algo que la amazona no supo captar a pesar de su avispada capacidad de reacción. Sus extremidades actuaron como si una mano invisible hubiese impactado en seco sobre su nuca; soltó la cucharilla y dejó que la nebulosa continuase girando, y girando, y girando... hasta emborronarse y perder todo el sentido de lo que era; una masa de entretenimiento cósmico para el motor de su difuso creador. Hizo el efecto Hubble y se alejó cada vez más de la mirada ajena, que apagó la luz, hizo gala de sus grandes pestañas negras, y finalmente, la guerrera encontró la salvación cuando sus ojitos se achicaron.

- Disculpa si te molesto... - Dijo una voz melodiosa, casi un susurro contribuyente a una tranquilidad absoluta y pacífica, todo lo contrario a la forma que tenían las voces de su cabeza. Eco. - Soy nueva en el vecindario y... Te he traído un pastel. Es una vieja receta de mi abuela...

No dio tiempo a paladear la forma de tal obsequio; la amazona ya se había lanzado contra la intrusa y había hundido sus pulgares en sus ojos hasta rasgar el hueso, las cuencas oculares quedaron vacías, creando un inmenso agujero negro que solo vomitaba escozor bañado en sangre, muy oscura.

Digno escenario Londinense, un olor similar a la victoriana panadería de la Señorita Lovett; amor enfermizo, almibarado y sanguinolento.

- ¿Café?

Preguntó la guerrera antes de guardar lo que quedaba en un frasco.
El suyo aún no se había enfriado.



 

lunes, 18 de abril de 2016

Eras.

Eras la cara más dura del mundo,
un cretino, un suicida, un living la vida loca.

Eras la parte sucia de mis noches,
la lujuría succionada entre cojines,
el beso frío de la nieve ante mi desnudez.

Eras de esos que no se cansaba de beber,
de pensar en musas locas que quitan ganas de vivir,
de esos que no tienen hora para irse a dormir,
que no están cansados y pueden siempre "un poco más" antes de encenderse el último.

Eras la gota de sudor,
deslizándose entre mis pechos,
curvando el camino, convirtiéndolo en suyo,
el calor entre mis muslos.


Eras todo tú,
y yo no era toda yo.
 
Era yo de ti.



lunes, 21 de marzo de 2016

Liar.

"Tienes unos ojos preciosos, perfectos para leer lo que estás pensando...
Ahora sí... Hay que tener valor para mirarlos."

Bestias.

"Veo el final. Veo como se acerca, silencioso, cauto. Es un final fatídico (alguien se reiría con esto), es un final sin final. Todo lleva a ese desenlace, todo lleva a que vuelva a suceder. Un monstruo con un monstruo solo puede dar como resultado otro gran monstruo; una bestia. Una gran bestia, un monstruo hambriento, de sí mismo.

De mí mismo.

Veo el final.

Soy ese monstruo, soy ese monstruo conforme con ser un monstruo.
El gran monstruo, la gran bestia."


Wake up.

Y vuelven a florecer caminos de sangre,
gotas bañadas en colores vivos.
Vuelven a florecer las heridas,
vuelven a florecer los oídos sordos,
las palabras vacías.

Vuelven a florecer caminos de barro,
cubiertos de sensaciones paradisíacas.
Vuelven a exhalarse antiguos placeres,
vuelvo a oler a éxtasis, a cannabis, a sexo sucio.
Vuelven las sonrisas vacías,
la agenda desértica.

Vuelven las charlas con las paredes blancas de mi psicólogo,
los ojos fríos, la mirada perdida.

No tengo nada. Nunca lo tuve.

Vuelvo a sentirme bien otra vez,
desconozco el motivo por el cual lo dejé.


miércoles, 10 de febrero de 2016

Preámbulos.


El poder de convicción.
El saber estar, perder los papeles de vez en cuando.
El saber reírse de uno mismo.
El no poder controlarse, guiarse por impulsos.
Pegar un grito, sin sentido, desfogarse, por necesidad.
Soltar lo que dices, sin tener miedo.

Sentirse bien con uno mismo.
Sentirse poderoso.
Tener ambición.
Valorarnos, querernos.
Aceptarnos.
Saber que no tenemos límites.
La seguridad en uno mismo.
Tener gente en la que confiar.
Ser querido, sentirse querido.
Al igual, conocer el odio, el miedo, las cosas negativas, las cuesta abajo, las malas sensaciones...

Tú.

Sentirte libre, sentirte completo, sentirte tú.
Una risa nerviosa en un momento delicado.
La inteligencia, la belleza, el arte, los sentidos.
Las heridas, el daño, los moretones, la saliva, el calor, el frío, el sudor.
El sonido de una sonrisa silenciosa, una carcajada inquieta.
Una buena mente.

Un silencio largo.
Un gemido ahogado.
Una lágrima muda.
Una risa plena.

Disfrutar.
Vivir.
Reír.
Llorar.



martes, 9 de febrero de 2016

Bañado en sangre.

Aflojé la venda de sus ojos, quité la de sus labios y pude escuchar el primer jadeo.
No dije nada, tan solo podía escucharse el eco de mis pasos y su agitada respiración.
Pronto volví a mi lugar, apoyándome en aquella mesa de madera de ébano, visualizando, grabando en mi retina aquella excitante escena. El panel blanco bañado en fotos de cada parte de su cuerpo destacaba ante el color de las paredes; sucio, mohoso, con caminos de agua por culpa de las goteras.

"Sonríe".

Le pedí. Y ella se negó sin hacer un solo movimiento.

"Sonríe".

Repetí, ésta vez con menos amabilidad, dejando que las palabras saliesen directamente de mi garganta.

"¿Y si no lo hago... qué?"

Mantuvo sus labios despegados y pude darme cuenta de cuantas ganas tenía de reírse. Le temblaba la comisura derecha. Aproveché para dar los pasos necesarios hasta rozar la pata de la silla donde aquella figura femenina estaba maniatada. Desabroché sus cuerdas, liberé su cuerpo, repleto de moratones, de heridas punzantes, de cicatrices, y volví a retirarme.
Ella sola alzó sus manos para deshacerse de la venda que cubría sus ojos. Cuando me vio tan solo ladeó la cabeza hacia la derecha y cogió aire por la nariz. Despegó su mirada de mí con tanta tranquilidad que eso me enfureció. Me crucé de brazos, exigiendo atención de ese modo, y al final, tras mirar aquel lugar, volvió a clavar sus oscuros ojos en mí.

"Te dije que no quería volver a este lugar."
"También me dijiste que no hiciese caso a una puta loca como tú."

Dio su aprobación con un leve mohín y alzó suavemente las cejas.

"Te estás haciendo daño. Te estás matando. Estás..."
"Tocando fondo. Lo sé. Pero yo no te he pedido que me salves."
"No quiero salvarte. Quiero que comprendas que todo lo que haces tendrá consecuencias en algo... En alguien... En..."

Antes de poder acabar la frase ya se había aproximado a mí con esa elegancia y gracia característica de un felino. Podía ver en sus ojos en hambre voraz, las ganas de autodestrucción... Pero aquella vez logré percatarme de que algo más se había sumado en su pupila, ignorando la presencia de drogas y alcohol mezcladas en ésta... También quería destruírme a mí.
Se agachó, inclinándose ante mí, su mejilla rozaba mis muslos, ya estaba poniéndome nervioso. Se levantó despacio, suave, acariciándose con la mano libre, y con la otra, me mostró aquella navaja. No me sorprendió en absoluto que ella guardase algo así tan cerca de su piel. Lo raro es que no la hubiese sacado de su propio corazón, o su garganta. De nuevo ladeó la cabeza, se me escapó un gruñido de advertencia y su risa burlona y efímera retumbó en toda la estancia, quedando atrapada en mi cabeza. El eco no se disipó mientras ella abría la piel de la palma de su mano, dejando que la sangre brotase de inmediato. Estaba concentrada. Cuando terminó soltó la navaja y me miró.

"Ya nadie puede salvarme. Y a ti tampoco."

Cubrió mi boca con su palma, impregnándola en sangre, y seguidamente me besó. Yo no me rendí... no hasta que la escuché gritar mi nombre.


¿A qué sabe sentirse vencido?

"¿Ya es esta tu piel...?"

Su mano se deslizó con suavidad por mi rodilla, subiendo despacio, pero con ahínco, hacia mi muslo. No hice nada, solo apreté los labios y miré sus dientes blancos, que destacaban. No necesité decir nada para que él solo frenase, solo me miró con esos curiosos ojos azules y me sonrió.
Ya había logrado ponerme la piel de gallina... ¿O era el frío? ¿O era el alcohol? Realmente no me importaba. Había dicho tantas cosas curiosas, tantas palabras juntas con sentido, había rebatido tanto mis argumentos, había sabido defenderse ante mis acusaciones, ante mi engreída arrogancia intelectual, que en ese momento abrí la boca para hablar pero solo supe reírme de lado, con diversión.

Joder. Era débil. No me rendía ante una cara bonita (que lo era), me rendía ante su "Yo sé que puedo hacer esto, pues lo hago. ¿Es que acaso hay alguien que vaya a hacerlo por mí? Estoy muy seguro de mí mismo".

Me dí cuenta que hacía ya un buen rato que el as de mi manga había caído al suelo. Puedo jurar que actué como una auténtica gilipollas durante toda la conversación, haciendo gala de mi preciosa coraza de color rojo y negro, hasta que me di cuenta de que aquel tipo sabía callarme la boca.

Y de nuevo lo hizo, besándome.

Y qué bien supo aquella derrota.




lunes, 8 de febrero de 2016

Be yourself... motherfucker?

Existen días grises y existen días buenos. No tienen color porque tú eliges el color que quieres darle en cada momento, en cada instante, y eso es lo precioso de un día bonito. Sentirte libre, positiva, tararear sin darte cuenta, reírte por tonterías, tener ganas de hacer el completo idiota sin comprender el porqué de esa necesidad. Liberar tensiones, liberar la caja de los recuerdos malos para, con un golpecito, evaporarlos.

¿Quién diría que me encontraría en un buen momento de la vida?

Es un momento raro; he hecho cosas sin sentido, he perdido la cabeza, me he dejado llevar, me he dejado caer al vacío y...

He ganado.

A la mierda las inseguridades, a la mierda el controlar cuando abrir la boca para hablar, para opinar, a la mierda la gente tóxica, a la mierda la gente que no sabe escuchar.

Estoy aprendiendo a ser yo de nuevo.