Y tú, ¿Eres o pareces?

martes, 9 de febrero de 2016

Bañado en sangre.

Aflojé la venda de sus ojos, quité la de sus labios y pude escuchar el primer jadeo.
No dije nada, tan solo podía escucharse el eco de mis pasos y su agitada respiración.
Pronto volví a mi lugar, apoyándome en aquella mesa de madera de ébano, visualizando, grabando en mi retina aquella excitante escena. El panel blanco bañado en fotos de cada parte de su cuerpo destacaba ante el color de las paredes; sucio, mohoso, con caminos de agua por culpa de las goteras.

"Sonríe".

Le pedí. Y ella se negó sin hacer un solo movimiento.

"Sonríe".

Repetí, ésta vez con menos amabilidad, dejando que las palabras saliesen directamente de mi garganta.

"¿Y si no lo hago... qué?"

Mantuvo sus labios despegados y pude darme cuenta de cuantas ganas tenía de reírse. Le temblaba la comisura derecha. Aproveché para dar los pasos necesarios hasta rozar la pata de la silla donde aquella figura femenina estaba maniatada. Desabroché sus cuerdas, liberé su cuerpo, repleto de moratones, de heridas punzantes, de cicatrices, y volví a retirarme.
Ella sola alzó sus manos para deshacerse de la venda que cubría sus ojos. Cuando me vio tan solo ladeó la cabeza hacia la derecha y cogió aire por la nariz. Despegó su mirada de mí con tanta tranquilidad que eso me enfureció. Me crucé de brazos, exigiendo atención de ese modo, y al final, tras mirar aquel lugar, volvió a clavar sus oscuros ojos en mí.

"Te dije que no quería volver a este lugar."
"También me dijiste que no hiciese caso a una puta loca como tú."

Dio su aprobación con un leve mohín y alzó suavemente las cejas.

"Te estás haciendo daño. Te estás matando. Estás..."
"Tocando fondo. Lo sé. Pero yo no te he pedido que me salves."
"No quiero salvarte. Quiero que comprendas que todo lo que haces tendrá consecuencias en algo... En alguien... En..."

Antes de poder acabar la frase ya se había aproximado a mí con esa elegancia y gracia característica de un felino. Podía ver en sus ojos en hambre voraz, las ganas de autodestrucción... Pero aquella vez logré percatarme de que algo más se había sumado en su pupila, ignorando la presencia de drogas y alcohol mezcladas en ésta... También quería destruírme a mí.
Se agachó, inclinándose ante mí, su mejilla rozaba mis muslos, ya estaba poniéndome nervioso. Se levantó despacio, suave, acariciándose con la mano libre, y con la otra, me mostró aquella navaja. No me sorprendió en absoluto que ella guardase algo así tan cerca de su piel. Lo raro es que no la hubiese sacado de su propio corazón, o su garganta. De nuevo ladeó la cabeza, se me escapó un gruñido de advertencia y su risa burlona y efímera retumbó en toda la estancia, quedando atrapada en mi cabeza. El eco no se disipó mientras ella abría la piel de la palma de su mano, dejando que la sangre brotase de inmediato. Estaba concentrada. Cuando terminó soltó la navaja y me miró.

"Ya nadie puede salvarme. Y a ti tampoco."

Cubrió mi boca con su palma, impregnándola en sangre, y seguidamente me besó. Yo no me rendí... no hasta que la escuché gritar mi nombre.


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