La
tormenta se avista. El cielo, molesto, gruñe, oscureciendo su estado de ánimo.
Mar
gélido.
Tengo
los huesos helados, el alma teñida de color violeta, y los ojos tan oscuros
como un día sin chispa.
Escalofríos
encargados de mantenerme vivo, latente.
Labios
enfermizos y piel incorpórea.
Tócame,
siente que estoy vivo.
Debo
protegerme tras un cristal, esconderme del frío.
Del frío, del mar, de la lluvia...
De mí mismo.
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