Y tú, ¿Eres o pareces?

miércoles, 4 de junio de 2014

Deliciosamente amargo.



Le besó, sin dulzura ni suavidad, sino con pasión. Una pasión desconocida, animal, instintiva. La boca de él, la suya, esa calidez que sólo tienen unos labios, ese poder de descontrol, imaginación y perdición que se llama deseo, enredado en una maliciosa adicción. De repente no sabía quién era, sólo qué quería.
Besó, mordió, profundizó ese beso de sabía a libertad, sintiéndose más y más libre, cuanto más prisionera era. Sus manos, en su cuello, en su pelo. Él perdido, ella invadida por la locura de la sinrazón, por la pasión de él, por la suya propia, por la perdición. Deliciosamente amarga...


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