¿Qué miras? Sí, te hablo a ti. ¿Te gusta
mi cara?
¿Te parece que tengo unos labios bonitos, quizás, el color de mis ojos
te llama la atención?
Pues golpéame. Golpéame y destripa la
sinrazón.
Rompe algo bello, haz algo contraproducente,
siéntete mal.
El dolor físico es una sensual caricia
para las personas que padecen de una mente torturada.
¿Solo puedes hacer eso? ¿Es lo único que
puedes darme? Aún no he gozado del sabor metálico de la sangre.
No tengas miedo, no temas, te lo agradeceré
cuando logre recuperarme.
¿Sabes lo que es combatir contra ti mismo y no poder hacer
nada?
Necesito un verdadero motivo por el que
quejarme. Un brazo roto, el labio, una patada en los testículos…
El jadeo, el pornográfico sonido del dolor
en forma de aliento. Me tiemblan las piernas, las manos, entreabro los labios y
aprieto los dientes mientras dejo que el último quejido lastimero llene la asfixiante
habitación fuera de mi palacio de cristal.
No. Aún no trato de incorporarme. Solo
cojo aire y sonrío…
Es bienvenido todo aquel dolor físico no proporcionado
por uno mismo.
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