- Eres...
Su mirada se tornó divertida. Y
lujuriosa.
Alzó sus manos y acarició las mejillas de la chica. Buscó su boca.
Ella se quedó quieta y le sintió, sus labios más fríos que los suyos.
Entreabrió los labios y casi se estremeció cuando notó la lengua de él,
contrastando con aquella brisa, sintiéndola caliente y anhelante. No reaccionó,
dejó que él la recorriera, la desease. Él mordió levemente su labio. Ella hizo
un mohín, y entonces él abrió los ojos.
La encontró con los ojos cerrados, las
cejas fruncidas y los labios en un gracioso gesto de sorpresa.
- Preciosa.
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