Y tú, ¿Eres o pareces?

martes, 24 de junio de 2014

Yo te necesitaba más que nadie, inspiración.




Bienvenida de nuevo. 
Esa mujer de blanco, de trapos vaporosos que danza con elegancia hacia mí y acaricia mi barbilla con sus finos dedos.
Se contonea, con esa sonrisa angelical que brota de sus apretados y carnosos labios. Es un suave vaivén, y levísimo, casi invisible, movimiento.
El aire agita sus paños, haciendo que un maravilloso olor a menta golpee mis fosas nasales y me haga susurrar.
Su cabello azota mi rostro, cegando mis sentidos.

¿Dónde te habías metido? Necesitaba un poco de ti. Necesitaba de tu aroma, de tu sonrisa, de tu sonido al caminar. Necesitaba de tu risa silenciosa, de tus largos dedos. 
Necesitaba verte de espaldas, haciendo gemir al piano, necesitaba verte a contraluz, con la mitad del rostro iluminada por los precisos rayos del sol; el brillar de tus ojos, entornados, ocultos tras largas pestañas, fijos en tu rozar.
Has vuelto a absorberme. 

¿Qué hacías todo este tiempo? Yo te necesitaba más que nadie, inspiración.



domingo, 22 de junio de 2014

Dramione.

Lo sabía. Tenía muy claro que él era veneno para mí.

Que ni mis amigos, ni yo misma aceptaríamos desde un principio lo que ocurrió.

Reconozco que soy muy cabezota, sí, pero gracias a mi cabezonería, le he explicado a mi cerebro que es algo que yo no controlo. El corazón no es como un libro... No puedes pasar página cuando crees que un capítulo termina. Ni cerrar de un fuerte golpe el tomo y abrir otro que te guste más...

Abrí los ojos. Descubrí algo nuevo y diferente; una mezcla de sensaciones que me llamaban demasiado la atención como para dejarlas escapar...

Y aquí sigo... aprovechando esas sensaciones, que cada segundo se hacen más y más intensas.

Mentiría diciendo que no le quiero... Pero si algo me enseñó Harry... es que no se deben decir mentiras.


sábado, 14 de junio de 2014

"Ninguno de nosotros es quien parecemos ser por fuera, pero debemos mantener las apariencias para sobrevivir."



Me llamaron fría, ignorando que el hielo también quema.
Me llamaron seria, ignorando que las sonrisas no son regalos que no importan a quien entregar.
Me llamaron creída, ignorando que poca gente confiaba en mí. Excepto yo misma.
Me llamaron orgullosa, ignorando que pedir perdón no entra dentro de las opciones elegibles, y aún así lo he solicitado alguna que otra vez.
Me llamaron cruel, ignorando que la mayoría del mundo lo es, pero se oculta bajo una enorme capa de hipocresía, fingiendo ser buenas personas para sentirse verdaderamente bien consigo mismo.
Me llamaron rara, ignorando que todo el mundo que es "raro" a ojos de cualquier otra persona, es bienvenido en mi vida.
Me llamaron loca, ignorando que las mejores personas lo están.

Dicen que solo después de haberlo perdido completamente todo, eres libre de hacer cualquier cosa.
Entonces,
¿Todo el mundo se ha perdido a sí mismo, y por lo tanto, puede juzgar a los demás?


Arde.



¿Qué miras? Sí, te hablo a ti. ¿Te gusta mi cara? 
¿Te parece que tengo unos labios bonitos, quizás, el color de mis ojos te llama la atención?
Pues golpéame. Golpéame y destripa la sinrazón.
Rompe algo bello, haz algo contraproducente, siéntete mal.
El dolor físico es una sensual caricia para las personas que padecen de una mente torturada.

¿Solo puedes hacer eso? ¿Es lo único que puedes darme? Aún no he gozado del sabor metálico de la sangre.
No tengas miedo, no temas, te lo agradeceré cuando logre recuperarme. 
¿Sabes lo que es combatir contra ti mismo y no poder hacer nada?
Necesito un verdadero motivo por el que quejarme. Un brazo roto, el labio, una patada en los testículos…

El jadeo, el pornográfico sonido del dolor en forma de aliento. Me tiemblan las piernas, las manos, entreabro los labios y aprieto los dientes mientras dejo que el último quejido lastimero llene la asfixiante habitación fuera de mi palacio de cristal.

No. Aún no trato de incorporarme. Solo cojo aire y sonrío…
Es bienvenido todo aquel dolor físico no proporcionado por uno mismo.


Fingimos ser, lo que no queremos ser.

Y esta noche, no sé porqué, pero es de las que duele.
Ese molesto escozor a la altura de la garganta, cuando tragas. Paladeas el sabor del vino, de aquello que buscas que satisfaga tus ganas de no sentir más.
Es de esas noches en las que piensas que todo está vacío, pero aún así, es así por algo. Lo merezco. Siquiera soy capaz de mantener la compostura a estas alturas. Sonrío, y por suerte, hace tiempo que sale solo. Pero eso no logra hacer desaparecer la espina que sigue clavada en mi paladar.

Es un sentimiento extraño. Algo que te hace dudar sobre seguir o no actuando. Algo que te dice que es correcto, pero a la vez no lo es. Que es doloroso, pero no debería serlo. Que eres consciente de todo esto, pero en realidad es la mayor de las mentiras, y la más dolorosa de todas aquellas que navegan por tu atormentada mente.

Confusión. Extrañez. Te miras las manos y las ves vacías, repletas de pequeñas cicatrices que marcan la línea de tu vida.
Sube la mirada, escapa de las marcas. Escapas durante segundos, tan solo por un momento piensas que fuiste una completa y absoluta idiota al no haber aprendido, durante tantos años, a controlarte.

“El pasado, pasado es. Hay que vivir en el presente.” Pero, ¿y si el futuro parece llegar hasta la senda más oscura, al camino inundado de ululaciones, de aire que danza sobre las ramas secas de árboles casi tan muertos como las lágrimas de aquella mujer de la historia que espera a su marido con traje de novia, hasta que sus cabellos se transforman en fina seda blanca, endeble? No es tan sencillo verlo todo de color de rosa, y en cambio, yo me esfuerzo para mantenerme al pie del cañón.

¿Crees que podré ser vencida?

Más quisieras. 
Esta no es una de esas historias con final triste.

viernes, 13 de junio de 2014

Tócame, siente que estoy vivo.



La tormenta se avista. El cielo, molesto, gruñe, oscureciendo su estado de ánimo.
Mar gélido.
Tengo los huesos helados, el alma teñida de color violeta, y los ojos tan oscuros como un día sin chispa.
Escalofríos encargados de mantenerme vivo, latente.
Labios enfermizos y piel incorpórea.
Tócame, siente que estoy vivo.
Debo protegerme tras un cristal, esconderme del frío.
Del frío, del mar, de la lluvia... De mí mismo.


Mi único pecado es ser bonita.


Aguardé, con las manos tranquilas sobre las piernas, mirando hacia la dirección que aquel hombre de barba desaliñada me había señalado. Su sonrisa temblaba, un tic nervioso que advertía cuantas ganas tenía de que el espectáculo comenzase, que se diese pie su "gran obra maestra".
La música sonó. Una flauta dulce, un sonido que advertía a mi inestabilidad emocional que no tardaría en desequilibrarse. Daba paso a una mente brillante atrofiada por el pecado, por las ganas de conocer más y más.
Varias siluetas femeninas dieron forma a la cortina de seda roja. Varias siluetas que se contoneaban con elegancia, con sensualidad prohibida, con fluidez que danzaba por cada ápice de su cuerpo, por cada poro.
No me alarmé. Siquiera me enderecé un poco. Me mostraba tranquilo, con los ojos atentos a aquellas mujeres que salían poco a poco y se aproximaban a mí. Mis ojos las siguieron hasta que perdí a la última mujer que salía tras ese manto del pecado. Miré de refilón a la mujer que se acercaba a mi derecha con frutas exóticas en una bandeja dorada. Alcé un poco la cabeza para mirar a aquella que había decidido sentarse en mi regazo... Me sorprendió no ver nada de pronto. Alguna de esas mujeres había tapado mis ojos con una tela de seda que olía a perfume de dama.
Cuando la deslizaron con el fin de dar la vuelta y colocarse por delante de mí, ya me sentía ansioso. Cuando me dejaron ver al fin, me quedé estático al escuchar el fuerte latido de mi corazón, de la sangre de las venas correr a modo de escape hasta un punto central. Olvidé que la flauta seguía sonando, mientras me perdía en la amplia sonrisa de aquella mujer de pelo corto rojizo.
Gritaba. Gritaba en silencio con los ojos, con sus caderas, con sus pies, con sus tobillos, con sus clavículas:
"Mi único pecado es ser bonita."




martes, 10 de junio de 2014

Madness.



Canciones cursis, sonidos suaves y amargos. Canciones que provocan vómitos de lo perfectas que son, de lo impecables que parecen esas relaciones de amistad, de amor, de familia. Idolatrar a una persona sin sacar sus defectos, decir cuán maravillosa es su labia, su forma de tocar, de susurrar… Y ahora enciendo la buena música que me hace querer gritar. La música que me anima a despellejar personas dormidas, música que me invita a querer descuartizar tres o cuatro gatos, música que me provoca y me susurra, pero no de forma melosa, no dulce, para que me aproxime a ella, para que convezca a un par de cabezas confusas a trazar maquiavelos planes. Esa melodía que gime cerca de mi oído, roza con el filo de su viperina lengua el lóbulo de mi oreja y acaricia con dedos pegajosos de sudor y placer. No todo es tan bonito, también hay personas que adoran leer en alto, otras que se imaginan teniendo relaciones con dibujos, y otras, como ella, que desea placer en sangre.

Sube la puta música. Súbela y deja que grite, que me desfogue, que olvide esas voces imaginarias y las no tan imaginarias.

-          Hola, guapa, ¿Tienes fuego?
-          Sí, para quemarte vivo. 



Keep smiling!

¿Qué puede ir hoy mal? 

¿Qué puede ir mal si me has sonreído y has tratado de ocultarlo?
¿Qué puede ir mal si tu aliento procura no dejar de acariciar mi oreja?
¿Qué puede ir mal si tus dedos acarician mis muñecas de manera involuntaria?
¿Qué puede ir mal si las comisuras de tus labios hacen de imán ante las mías?
¿Qué puede ir mal si me has prometido que nunca va a cambiar?

¿Qué puede ir mal si yo te creo?


domingo, 8 de junio de 2014

Miles de palomas volando en círculos.



Alza la vista. Venga, hazlo de una vez. ¿Ves ese pequeño punto brillante en el cielo? No, ahí no, boba… Ese punto que cada vez parece más pequeño, junto a ese trío de estrellas, ¿Logras verlo? Es cierto, es diminuto, es casi imposible de localizar… Y si te entretienes con algo durante unos segundos te aseguro que lo perderás de vista por completo. Tan solo un poco de tiempo perdido y… lo perderás del todo, no podrás recuperarlo jamás. ¿Pero porqué lo has dejado volar? ¿Por qué has dejado que ese pequeño farolillo de luz, de fuego, se alce, libre, sin algo que pueda hacer que vuelva a ti de nuevo? ¿Acaso querías perderlo de vista? Ah… Es cierto, es bonito. Es algo bonito y creías que era justo dejarlo ir.
Ese farolillo antes no era tan pequeño. Lograbas tocarlo con las manos, y aunque no era gigante, lograba hacer que una sonrisa ladeada, como mínimo, se colocase sobre tus apretados labios. ¿Y ahora qué? ¿Estás contenta de haberlo dejado escapar, o por el contrario, sientes que falta algo cerca de ti?
¿Ahora tienes frío? ¿No habías pensado en ello antes…? Deja de escucharme por unos segundos, céntrate en ti misma. No. Siquiera pienses en lo que ese farolillo, de poder sentir, querría. ¿Crees que te hacía sentir bien? Claro que sí, claro que te hacía sentir bien… Te hacía sentir única, diferente. Sentías su luz entre tus manos, entre tanta oscuridad. Eras la persona más brillante de todo el descampado. Eras la llama recién encendida entre la más espesa niebla. ¿Así te sentías? Entonces, dime. ¿Por qué lo has dejado marchar? ¿Por qué has dejado que se resbalase de entre tus dedos esa oportunidad de hacerte sentir completamente llena? ¿Por qué has dejado que se alejase, sin un billete de vuelta? ¿Ahora quieres que vuelva?

Lo lamento, ahora está demasiado lejos, y es demasiado tarde.



jueves, 5 de junio de 2014

Mi amigo imaginario.



¿Alguna vez has tenido un amigo imaginario? No, espera, mejor dicho… ¿Alguna vez habéis pensado en tenerlo? ¿Alguna vez os habéis sentido tan solos, tan despreciados, tan dolidos, de llegar al punto de haceros una compañía invisible, sorda, muda, pero sonriente ante nuestros ojos? No, un momento… La verdadera pregunta no sería esa, en absoluto. La gran duda, lo que verdaderamente logra hacerme fruncir el ceño es: “¿Cómo sería mi amigo imaginario?” ¿Sería acaso una persona perfecta, un amigo de verdad, que escuchase, que ayudase, que sonriese, que te calmase, que de abrazase, que te diese codazos en momentos en los que tienes que aguantar la risa, buscando tu carcajada? ¿Sería alguien maravilloso, alguien que te susurrase que todo funciona como debe de funcionar, que todo pasa porque debe pasar, o sería una persona sincera? Alguien sincero, sin dudar en tener que decir las cosas claras a pesar de que duelan. Alguien que sepa decir “no” cuando ofreces tu brazo a las caricias punzantes, cuando tus garras piden ser ocultas entre la seda de tu nívea y delicada piel. Alguien que sepa darte un par de palmadas en la espalda a la vez que ser capaz de meterte un bofetón cuando lo necesites. Alguien que se ría de ti para enseñarte a que tú misma lo hagas, alguien que te muestre que la ironía es nada más una forma fácil de negar lo evidente, que las sonrisas muchas no son mudas, que las lágrimas no son todas tristes. Alguien que su físico es abstracto, que no importa si tiene unas caderas de escándalo, o bien, una cabeza demasiado grande. Es una perfecta persona. Es una perfecta persona sin cuerpo, algo invisible que ayuda a saciar tu voraz hambre de ser escuchado, comprendido y anhelado.

¿Es malo tener un amigo imaginario? ¿Es malo recrear una persona que no existe, fingir que eres escuchado, fingir que alguien de verdad te comprende? ¿Es una forma de automutilarse la mente, de dañarse el coco, o bien, es una forma de añadir tranquilidad y un sentimiento de profunda paz a tu cabeza, pero sobre todo a tu corazón?

¿Y tú? ¿Alguna vez te has planteado tener un amigo imaginario?


miércoles, 4 de junio de 2014

El vacío de mis palabras.



El vacío de mi interior pide ser rellenado esta noche. Necesito escribir sobre algo, pero no sobre algo en vano, no algo vacío, sino, algo que logre al menos reavivar lo más profundo de mí durante unos segundos. Pues nada es eterno.
Nada es eterno, siquiera la canción que logra hacerme despertar, que logra hacer que mis dedos resbalen por el teclado y formen palabras. Palabras vacías, sin sentido, palabras que un día sonaron como un eco profundo en mi fortísimo interior.
No sé lo que digo. No sé lo que quiero decir. Solo quiero mantenerme ocupada para no hablar de las mismas chorradas de siempre. Amor, dolor, amor, dolor. Sentimientos de los que no puedo dejar de tratar de explicar sin haberlos llegado a sentir jamás.

“¿Quién te querrá?” “¿Quién te hará daño?” ¿Acaso le importa a esta página en blanco? ¿Acaso me importa a mí realmente, cuando lo que todo el mundo desea es mantenerse apartado de ambos? O bien, desean indagar sin llegar al segundo extremo, extremos opuestos.

Y yo estoy aquí, exigiendo dolor, exigiendo amor. El fin es ambas palabras escritas de forma inversa.

¿De qué sirve mentir? ¿De qué sirve decir que deseo mandarlo todo a la mierda? Si lo que realmente quiero es vivir. Pero vivir completa.

De nuevo esta canción. ¿Conocéis el momento en el que sube algo por tu estómago, repta por tu garganta y trata salir en forma de palabra? Olvidadlo. Solo tened en cuenta las palabras que no han salido de entre vuestros labios. Es eso lo que siento. Una oscura fachada, una persona masoca que odia ser lo que es casi tanto como lo ama.
Una vez retire los dedos del teclado y suba la vista para leer lo que acabo de escribir, seguramente sin sentido, sin tener nada que ver una cosa con la otra, me ría de mí misma. Pero esto es lo más sincero que me ha salido esta noche.

“I love you for a thousand years”, ¿Pero qué mierdas dices?

 ¡NADA DE AMOR, NADA DE ETERNIDAD, SOLO QUIERO SENTIRME COMPLETA.

Deliciosamente amargo.



Le besó, sin dulzura ni suavidad, sino con pasión. Una pasión desconocida, animal, instintiva. La boca de él, la suya, esa calidez que sólo tienen unos labios, ese poder de descontrol, imaginación y perdición que se llama deseo, enredado en una maliciosa adicción. De repente no sabía quién era, sólo qué quería.
Besó, mordió, profundizó ese beso de sabía a libertad, sintiéndose más y más libre, cuanto más prisionera era. Sus manos, en su cuello, en su pelo. Él perdido, ella invadida por la locura de la sinrazón, por la pasión de él, por la suya propia, por la perdición. Deliciosamente amarga...


Eres preciosa.



- Eres... 
Su mirada se tornó divertida. Y lujuriosa. 
Alzó sus manos y acarició las mejillas de la chica. Buscó su boca. Ella se quedó quieta y le sintió, sus labios más fríos que los suyos. Entreabrió los labios y casi se estremeció cuando notó la lengua de él, contrastando con aquella brisa, sintiéndola caliente y anhelante. No reaccionó, dejó que él la recorriera, la desease. Él mordió levemente su labio. Ella hizo un mohín, y entonces él abrió los ojos. 
La encontró con los ojos cerrados, las cejas fruncidas y los labios en un gracioso gesto de sorpresa.
- Preciosa.