Y tú, ¿Eres o pareces?

miércoles, 10 de febrero de 2016

Preámbulos.


El poder de convicción.
El saber estar, perder los papeles de vez en cuando.
El saber reírse de uno mismo.
El no poder controlarse, guiarse por impulsos.
Pegar un grito, sin sentido, desfogarse, por necesidad.
Soltar lo que dices, sin tener miedo.

Sentirse bien con uno mismo.
Sentirse poderoso.
Tener ambición.
Valorarnos, querernos.
Aceptarnos.
Saber que no tenemos límites.
La seguridad en uno mismo.
Tener gente en la que confiar.
Ser querido, sentirse querido.
Al igual, conocer el odio, el miedo, las cosas negativas, las cuesta abajo, las malas sensaciones...

Tú.

Sentirte libre, sentirte completo, sentirte tú.
Una risa nerviosa en un momento delicado.
La inteligencia, la belleza, el arte, los sentidos.
Las heridas, el daño, los moretones, la saliva, el calor, el frío, el sudor.
El sonido de una sonrisa silenciosa, una carcajada inquieta.
Una buena mente.

Un silencio largo.
Un gemido ahogado.
Una lágrima muda.
Una risa plena.

Disfrutar.
Vivir.
Reír.
Llorar.



martes, 9 de febrero de 2016

Bañado en sangre.

Aflojé la venda de sus ojos, quité la de sus labios y pude escuchar el primer jadeo.
No dije nada, tan solo podía escucharse el eco de mis pasos y su agitada respiración.
Pronto volví a mi lugar, apoyándome en aquella mesa de madera de ébano, visualizando, grabando en mi retina aquella excitante escena. El panel blanco bañado en fotos de cada parte de su cuerpo destacaba ante el color de las paredes; sucio, mohoso, con caminos de agua por culpa de las goteras.

"Sonríe".

Le pedí. Y ella se negó sin hacer un solo movimiento.

"Sonríe".

Repetí, ésta vez con menos amabilidad, dejando que las palabras saliesen directamente de mi garganta.

"¿Y si no lo hago... qué?"

Mantuvo sus labios despegados y pude darme cuenta de cuantas ganas tenía de reírse. Le temblaba la comisura derecha. Aproveché para dar los pasos necesarios hasta rozar la pata de la silla donde aquella figura femenina estaba maniatada. Desabroché sus cuerdas, liberé su cuerpo, repleto de moratones, de heridas punzantes, de cicatrices, y volví a retirarme.
Ella sola alzó sus manos para deshacerse de la venda que cubría sus ojos. Cuando me vio tan solo ladeó la cabeza hacia la derecha y cogió aire por la nariz. Despegó su mirada de mí con tanta tranquilidad que eso me enfureció. Me crucé de brazos, exigiendo atención de ese modo, y al final, tras mirar aquel lugar, volvió a clavar sus oscuros ojos en mí.

"Te dije que no quería volver a este lugar."
"También me dijiste que no hiciese caso a una puta loca como tú."

Dio su aprobación con un leve mohín y alzó suavemente las cejas.

"Te estás haciendo daño. Te estás matando. Estás..."
"Tocando fondo. Lo sé. Pero yo no te he pedido que me salves."
"No quiero salvarte. Quiero que comprendas que todo lo que haces tendrá consecuencias en algo... En alguien... En..."

Antes de poder acabar la frase ya se había aproximado a mí con esa elegancia y gracia característica de un felino. Podía ver en sus ojos en hambre voraz, las ganas de autodestrucción... Pero aquella vez logré percatarme de que algo más se había sumado en su pupila, ignorando la presencia de drogas y alcohol mezcladas en ésta... También quería destruírme a mí.
Se agachó, inclinándose ante mí, su mejilla rozaba mis muslos, ya estaba poniéndome nervioso. Se levantó despacio, suave, acariciándose con la mano libre, y con la otra, me mostró aquella navaja. No me sorprendió en absoluto que ella guardase algo así tan cerca de su piel. Lo raro es que no la hubiese sacado de su propio corazón, o su garganta. De nuevo ladeó la cabeza, se me escapó un gruñido de advertencia y su risa burlona y efímera retumbó en toda la estancia, quedando atrapada en mi cabeza. El eco no se disipó mientras ella abría la piel de la palma de su mano, dejando que la sangre brotase de inmediato. Estaba concentrada. Cuando terminó soltó la navaja y me miró.

"Ya nadie puede salvarme. Y a ti tampoco."

Cubrió mi boca con su palma, impregnándola en sangre, y seguidamente me besó. Yo no me rendí... no hasta que la escuché gritar mi nombre.


¿A qué sabe sentirse vencido?

"¿Ya es esta tu piel...?"

Su mano se deslizó con suavidad por mi rodilla, subiendo despacio, pero con ahínco, hacia mi muslo. No hice nada, solo apreté los labios y miré sus dientes blancos, que destacaban. No necesité decir nada para que él solo frenase, solo me miró con esos curiosos ojos azules y me sonrió.
Ya había logrado ponerme la piel de gallina... ¿O era el frío? ¿O era el alcohol? Realmente no me importaba. Había dicho tantas cosas curiosas, tantas palabras juntas con sentido, había rebatido tanto mis argumentos, había sabido defenderse ante mis acusaciones, ante mi engreída arrogancia intelectual, que en ese momento abrí la boca para hablar pero solo supe reírme de lado, con diversión.

Joder. Era débil. No me rendía ante una cara bonita (que lo era), me rendía ante su "Yo sé que puedo hacer esto, pues lo hago. ¿Es que acaso hay alguien que vaya a hacerlo por mí? Estoy muy seguro de mí mismo".

Me dí cuenta que hacía ya un buen rato que el as de mi manga había caído al suelo. Puedo jurar que actué como una auténtica gilipollas durante toda la conversación, haciendo gala de mi preciosa coraza de color rojo y negro, hasta que me di cuenta de que aquel tipo sabía callarme la boca.

Y de nuevo lo hizo, besándome.

Y qué bien supo aquella derrota.




lunes, 8 de febrero de 2016

Be yourself... motherfucker?

Existen días grises y existen días buenos. No tienen color porque tú eliges el color que quieres darle en cada momento, en cada instante, y eso es lo precioso de un día bonito. Sentirte libre, positiva, tararear sin darte cuenta, reírte por tonterías, tener ganas de hacer el completo idiota sin comprender el porqué de esa necesidad. Liberar tensiones, liberar la caja de los recuerdos malos para, con un golpecito, evaporarlos.

¿Quién diría que me encontraría en un buen momento de la vida?

Es un momento raro; he hecho cosas sin sentido, he perdido la cabeza, me he dejado llevar, me he dejado caer al vacío y...

He ganado.

A la mierda las inseguridades, a la mierda el controlar cuando abrir la boca para hablar, para opinar, a la mierda la gente tóxica, a la mierda la gente que no sabe escuchar.

Estoy aprendiendo a ser yo de nuevo.