El problema de conocer a las personas
es que te acostumbras a su compañía.
Aunque no se conviertan en tus
amigos, las personas que se mantienen cerca durante largos periodos de tiempo,
o ínfimos, todo vale, cuando desaparecen, queda la marca de que ha estado.
No voy a analizarlo. No voy a repasar
el mensaje que me ha dejado en el teléfono, no voy a pararme a pensar y
recapacitar.
Hace ya mucho tiempo que he asimilado
que no necesito a nadie, porque lo único que deseo es la libertad absoluta, de
mí, del alma, de pensamiento, de habla…
Y si cuentas con las personas que
tratan de romper tu País de las Maravillas, esto se desquebraja y acaba por
desaparecer.
¿Qué haría Alicia sin el conejo
blanco?
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