Y tú, ¿Eres o pareces?

lunes, 30 de enero de 2017

De lo que te das cuenta tener...

Desconozco el motivo por el cual hemos llegado hasta aquí, pero creo que no ha sido cuestión de casualidad. Que ambos preveíamos las cartas que íbamos a echar, no por suposiciones, sino, por ser unos chivatos. Nos advertimos a consecuencia del miedo que teníamos; tú por un pasado sólido, yo por experiencias cortas pero poco positivas. Nos dijimos mil y una veces como queríamos que todo funcionase con el único objetivo que no repetir otra vez la vieja y temida historia de cada uno.

Y creí que los temores se habían esfumado cuando todo pasó.
Culminó la confianza después de conocer amigos del otro, familia, confesiones oscuras, malos y buenos momentos... Más que avisados por las propias circustancias que ambos habíamos aceptado en silencio con el pretexto de "tú disfruta de mí, que yo lo haré de ti... y nada más."

Aceptamos el trato sin preveer el repentino vértigo que hizo que todo se tambalease.

Todavía duele. Pero duele más pensar que todo puede haber cambiado.

Dejaste que los granos de arena titilitasen sobre la pequeñísima montaña de arena que se había formado, dándole un peso más grande e innecesario que todas nuestras tontas discusiones de la semana. Llegó un punto en el cual la montaña (al parecer) perdió su perfecta forma triangular y se convirtió en un triste intento con forma de etéreo pico.
Pero todos cometemos errores. Estamos compuestos de ellos.
Estamos echos de antiguas experiencias, de antiguos momentos, de intentos fallidos y válidos... Somos todo eso y más, mucho más. Se te olvida contar lo más importante.

No. No eres el cincuenta por ciento de tu anterior relación. No. No eres ese error constante que cometió errores, que también hizo las cosas bien. Eres tú, con tus defectos, con tus virtudes. Eres tú, creando algo, creando un vínculo totalmente diferente... porque cada persona somos un mundo.
No hay comparación que no tenga solución por el simple hecho de que comparas algo inexistente.
 Diferentes personas, diferentes formas de ver el mundo, diferentes formas de querer, de apreciar, de valorar, de necesitar, de sentir, de vivir. Diferentes vínculos. Eso es lo que somos.

Ahora eres tú quien tiene miedo, y yo miro desde el otro lado del cristal, frustrada, obcecada también en que dejes de torturarte y superes ese estúpido vértigo que jamás debió ni mereció existir.
 Porque es una absoluta tontería sentir miedo de algo que jamás ha existido.

No puedo dormir. Me desvelo en mitad de la madrugada, irrumpo mi sueño tres o cuatro veces en la noche y eso es peor que no poder dormir del tirón. Estoy cansada de sentir que cada vez estás más lejos y que yo no soy lo suficientemente fuerte para hacerte ver que todo ha sido un estúpido malentendido.

Y que te quiero. Malgastando otro cupón más de mis intentos de no decírtelo muy a menudo para no agobiarte.

Y quiero levantarme y ver que te has acordado de mí por un segundo al haber escuchado Star Man en el coche de camino a tus quehaceres. Que me envíes mil fotos diciéndome cuan irresistible eres, o haciéndome uno de tus tantos chantajes emocionales. Que de pronto me digas que tienes ganas de verme, que quieres que todo pase pronto para poder centrarte un poco más en nosotros, aunque yo te insista en que es una tontería preocuparse por eso. Quiero que te frustres porque no salen fechas, que te llame y acabar diciendo idioteces sin sentido, acabar riéndonos o con un nuevo plan futuro.
Quiero dormir contigo, que metas tus piernas entre las mías, que me enrede como una culebrilla, que me des la mano, la beses, que me revuelvas el pelo, que me digas que estás agotado y que vas a dormirte sin poder evitar no escucharme con esa sonrisa boba tuya en los labios.
Quiero que me despiertes porque tienes hambre. Quiero que te preocupes por mí y me preguntes si estoy bien, que te diga entre balbuceos que soy una "tía dura" y que nada puede conmigo aunque sea mentira. Quiero que me provoques situaciones incómodas con tus preguntas incómodas, que borres mis defectos, que elimines mis miedos sin darte cuenta.
Quiero que me hagas el amor, sentirme orgullosa por ser capaz de dormir desnuda durante toda la noche sin necesidad de taparme.

Quiero que tus miedos se basen en nosotros, no en nadie más.
Quiero que aprendas a perdonarte si yo he aceptado tus disculpas, que me digas lo que piensas, que seas honesto con ambos, como yo hago contigo a pesar de lo mucho que me cuesta decir algunas cosas.

Quizás sea un estúpido pálpito más, pero... siento que todo va a ir bien.

Estoy derribando muros por ti.

Lo imposible.
Lo inimaginable.



domingo, 22 de enero de 2017

Cada vez me siento un poco más humana.

Y lo estamos pasando bien, y rompo a llorar.
En una fracción de segundo me siento tan ridícula como feliz.
Es una décima de segundo lo que me hace explotar, mancharlo todo de sentimientos abstractos incontrolables que no me permiten mantener la compostura.
Desnuda, vuelvo a desquebrajarme.

El mármol ha hecho agitar la bandera blanca.

"Niña tonta, deja de hacer imbécil y controla tus estúpidos monstruos.
Lo estás manchando todo otra vez."

Méceme en la cuerda floja, saca mis cristales rotos de ti... No quiero hacerte daño, no quiero herirte, asustarte, acojonarte, mancharte, salpicarte de mis miedos, de mis mierdas.

Pero se siente tan bien.
Me siento tan bien.
Me siento tan libre.
Contigo.


Una vez más te ríes, y de nuevo, el mismo monólogo de siempre:

"No seas idiota, no me asustas, al contrario, me gusta ver que eres capaz de sentir."

Cada vez lo tengo todo más claro.


Amante de las causas perdidas.

No sé si debo ubicarme yo, o ubicarnos a los dos.

Desde hace un tiempo que contemplo la vida desde un peldaño más del mundo ordinario, me siento un Dios griego que contempla cuan chiquititos son el resto de los mortales; buscan preguntas y respuestas a todo sin mecer la opción de no seguir creando preguntas para no necesitar respuestas.

Las personas no somos mapas, ni estamos compuestos por carreteras, ni alturas, ni números.
Las personas somos sentimientos.

Me he terminado por dar cuenta de que hay casos perdidos que no deben encontrarse, que hay personas que son completamente felices sin entenderse, y que lo único que necesitan es a alguien que les entienda tan poco como ellos mismo se entienden.

Qué bonito es ser una causa perdida en compañía de otra causa perdida.