Y tú, ¿Eres o pareces?

martes, 28 de junio de 2016

Meow.

Es completamente comprensible que no quieras hablarme de ti. Entiendo que no quieras exponerte, abrirte, mostrar lo que verdaderamente eres. Que no quieras rellenar huecos para dejar otros en blanco, destacarlos sin querer hacerlo, y que yo, curiosa, trate de tirar de la cuerda para indagar en ellos (prometo que no lo hago a propósito, se me da bien meterme en historias escabrosas y en problemas que pinchan).

Está bien.

Acepto que pienses que eres diferente, que vas contra la gente, que tienes problemas que prefieres evitar mencionar, que hay muchos campos que te da miedo o no te interesan machacar. Y que las cosas para ti son de otra forma, que funcionas si quieres funcionar, y que necesitas tu tiempo para poder respirar.

Pero comprende entonces, que la curiosidad mató al gato, y que nosotros, felinos, tenemos siete vidas que tenemos la necesidad de gastar.



En horarios de guerra.

La punta del iceberg asoma.
El chasquido, el "crack" del hielo desquebrajándose dentro de ti.
Un escalofrío placentero... lo han intentado.

Romperán barreras para llegar a acariciar tus monstruos con la punta de sus dedos,
derrocarán a tus guerreros de forma sádica, sanguinolenta, y seguirán luchando.
Avanzarán por ese turbulento camino con un único objetivo;
hacerse con tus debilidades, miedos, sueños y sentimientos intangibles.

(Qué manejable serías...)

Pero tú sabes, amazona,que siquiera tú eres capaz de llegar tan lejos.

Te alimentas de guerra, de caos, y de daño.
Y todo está en tu cabeza.


jueves, 23 de junio de 2016

Escueces.

Muerdes como los animalitos, quizás por eso me gustas enganchas tanto.
Es un mordisquito suave, un leve rozar de lengua y apretar de dientes, no mucho más que la picadura de un mosquito. Justo la intensidad necesaria para dejar marca.

Y joder, como escueces.
Lo dejas en el aire, lanzas la piedra y escondes la mano
 consciente de que he sido testigo de tu movimiento.
Me das en las narices;
 te ríes de mi frustración cuando confieso que odio las medias tintas,
 que me muestras sin pudor el grado de disfrute del que gozas una vez me retuerzo.

Me desespera verte sonreír de ese modo, como si fueses el rey de todos los reinos creados y por crear, como alguien inigualable, como alguien superior, con poder, con la manzana envenenada como as bajo la manga, como un jugador que conoce ya las reglas del juego y por lo tanto, juega con ventaja.


 Espero con ansia el jaque mate.


Decisión personal impuesta por uno mismo.

Escogió, finalmente se decantó por aquel globo rojo que tanto tiempo había querido sostener entre sus pequeños y cortos dedos repletos de heridas de tanto pelear. Había perdido la cuenta de las veces que se había encontrado mordisqueándose las uñas, había paladeado el sabor de la sangre entonces, y, agitando la cabeza y frunciendo el ceño, había dejado aquella mala costumbre que se convertía en una tortura física impuesta por sus nervios de acero. Ay, dios... Que lo iba a hacer...

Contigo o sin ti.

Estiró la mano aún con ese gesto de concentración en el rostro, con arrugas en la frente y los labios apretados, y agarró el hilo con toda la palma de la mano, con miedo de ahogarse en llanto ante la posibilidad de perder su ansiado tesoro.

Al fin era suyo... ¡No se lo podía creer!
¡Que lo era!

¿Cuánto tiempo le había llevado tenerlo?

¡Pues finalmente lo había conseguido!

Y había sido "sin ti".


Be quiet.

Hoy más que nunca he necesitado independencia.
He necesitado silencio,
un hueco sordo que rellenar conmigo misma,
aún con ese nudo en la garganta.

Me he necesitado a mí misma, en silencio.
He disfrutado de ese instante en el que sabía que nada iba a pasar,
ese instante sin altas expectativas,
un momento pacífico que he hinchado con pensamientos y cavilaciones,
sensaciones que provocan a veces hormigueos en el estómago,
a veces arcadas en la boca de éste.

No he huido, me he alejado.
Aún no reconozco la sensación como buena o mala.

Dependencia personal. 
Compromiso emocional.


jueves, 16 de junio de 2016

Sopa de letras.

Desnúdate, pero hazlo ante mí. Hazlo lento, pausado, déjame paladearlo. Déjame que disfrute viendo tu ropa caer, déjame ver como acaricia tu piel, como se erizan tus pezones. Deja que pestañee y contemple como la piel se te ha puesto de gallina, como has juntado las piernas y te has frotado los tobillos cohibida. Deja que disfrute del pequeño instante en el que has levantado la cabeza, has alzado la vista, entre tus largas pestañas, y te has atrevido a mirarme. Rubor. Rubor en tus mejillas, humedad entre tus piernas, calor saliendo de tus poros...

Comienzas a hacerlo. Dejas que tu cuerpo descanse, receptivo, sobre el sillón ocre que tanto odiamos. Tus gestos han mutado, han dejado atrás el camino tranquilo cuando se han percatado de mi ostensible excitación. He suspirado y siquiera recuerdo como se respira, todo es mecánico, como ahora tus dedos hundiéndose bajo tu ropa interior verde.

Estoy cerca de ti. Cierras los ojos. Te toco. Te tocas. Hundo mis dedos en ti, queriendo formar parte del elenco de tu cast privado.

Cuando todo termina, entre gemidos y vigorosos espasmos, cierro la tapa de tu cabeza y finalmente dejo que tu cerebro descanse. Ha estado demasiado tiempo expuesto.

Ya era hora. Necesitabas exprimirte, y tú siempre me dices que tengo dedos expertos.

"Tus dedos son expertos. Tus dedos son tuyos." 
 
Yo también lo he disfrutado.

"Ha sido la mejor sopa de letras de mi vida."



Amor y Miedo.

Separar la vida en dos categorías. Separarlas en dos mínimos exponentes y atrevernos a cuadrarlas con el único objetivo de hacernos todo más fácil. Lograr imponer cada situación, cada movimiento, cada decisión, cada momento de nuestra vida en dos únicos vértices opuestos.

Miedo y Amor.
Amor y Miedo.

¿Has ayudado a un ciego guiado por un labrador (que nada en estrógenos) a cruzar la carretera? ¡Eso es Amor!
¿Te has encontrado una cartera en mitad de la calle y has decidido quedarte con el dinero? Tienes Miedo.

Todo lo que nos rodea se sitúan en un extremo u otro, todo lo que escogemos es Miedo o Amor.

O... ¿o no?

Es sencillo clasificarlo todo desde un punto moral. Es sencillo separar lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, a ojos de la gente, a ojos del mundo. Es muy fácil saber que es lo políticamente correcto, pero... ¿Se puede realmente clasificarlo todo en estos dos extremos?

Se puede, pero supondría traicionarnos a nosotros mismos.

Sencillo, no cierto. Es imposible ignorar nuestros deseos más profundos, es imposible dejar a un lado nuestra opinión y amoldarla para que no tenga pros o contras. Es imposible ignorar el gris por querer encajar la pieza en el blanco o el negro.
Nada es tan sencillo, y mucho menos los sentimientos. Y mucho menos los sentimientos de uno mismo, lo más profundo que descansa en nuestro interior.


Tiempo al tiempo.

Notaba, decidida a vivir, como los recuerdos se iban desvaneciendo. Se miraba al espejo con aún el cabello enmarañado de haberse dado una buena panzada a dormir y, resignada, suspiraba.

Confundía lo que era y había sido, la duda se mantenía en la mueca de sus labios, torcidos, dispuestos a empuñar una respuesta de doble filo que se negaba a escuchar de ninguna de las maneras.

"¿Dónde te has metido?" 

Se repetía una y otra vez con la mirada.
Buscaba dentro de sus grandes ojos, hundía las extremidades dentro de ellos, agarrándose de la pupila para empujarse con más fuerza, metiendo la cabeza entera en su interior para así buscar el eco del recuerdo.

"¿Acaso sigues ahí?" 

Volvía a preguntarse nuestra protagonista, adquiriendo la misma respuesta de siempre: silencio.

Cogía sus medicinas, se encogía de hombros, y se marchaba.
Al fin y al cabo, la respuesta, si es que existía, no se marcharía a ninguna parte.