Y tú, ¿Eres o pareces?

martes, 17 de noviembre de 2020

“Desínflate”.

Estoy congestionada de emociones.

Siento el temblor dentro de mí que agita la perspectiva de mi realidad,

siento el cosquilleo de las extremidades, engarrotadas, que no son capaces de entender que está sucediendo dentro de mi recipiente humano que cada vez se siente menos humano.


Siento también ese espacio vacío en el que flota la nada, nada que sientes, que rasga, te regurgita en cada palabra que se escapa de entre mis labios con pesar, con ganas de añadir mucho más, más que se atasca en el paladar, dentro de la boca, y acaba por hacerse un nudo en mi garganta y no poder tragar.

Se hace la bola, oscura, de respiraciones profundas que buscan hacer ingerir esa sensación de querer, de querer y no poder, de poder y no saber, de saber y ser incapaz de asumir que es mejor dejarlo estar. Y la saliva, que hace las sensaciones, homogéneas, las palabras, uniformando esa incapacidad de avanzar. Ni hacia delante, ni hacia detrás. No es huir, es otro intento de perspectiva.

 

Todo va muy deprisa aunque parezca estancado.

 

Siento la sangre correr por mis venas despacio, pesarosa, insípida a emociones que mi corazón no logra bombear con precisión ni ganas, ni fuerza, ni tiempo, ni rencor, ni frío, ni amor, ni dolor, ni besos, ni felicidad, ni caricias, ni nada.

 

Esa es la nada de la que hablo.

 

La incapacidad de diferenciar, de obtener, de expresar, y de soltar, de querer sentir, de querer llorar, ya sea para bien, ya sea para mal.

 

Solo adquirir esa sensación de poder escupir algo.

 

Solo adquirir esa sensación de poder escupir algo.

 

Desínflate.